EL QUINTO PODER: NOSOTROS, LA SOCIEDAD CIVIL
Se conoce que el Estado tiene tres poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial, y que los medios de comunicación son el cuarto poder. Considero que hay un quinto poder: la sociedad civil, la protagonista de los cambios personales y sociales.
A continuación se citan algunos párrafos de mi libro “Crecimiento no es desarrollo – Cómo lograr una sociedad con mayor bienestar y menor desigualdad” – cuarta edición, los que sustentan mi afirmación.
De acuerdo al enfoque sistémico,…, el desarrollo de una determinada sociedad es producto de la actuación conjunta e interrelacionada del Estado, mercado y la sociedad civil. Para lograr crecimiento económico y desarrollo se necesitará más y mejor mercado, un Estado de calidad y una sociedad civil con mayor capacidad de agencia. Como se ha dicho, un error al abordar el desarrollo ha sido el énfasis en la mayor o menor importancia relativa del Estado y el mercado, relegando a un segundo plano la trascendencia de la sociedad civil.
La realidad de América Latina y el Caribe, está caracterizada por los altos niveles de pobreza y desigualdad. Los más interesados en revertir esto debemos ser nosotros, la sociedad civil. El PNUD considera que la demanda social es fundamental pues nada garantiza que lo expresado en la voluntad constitucional o legal se materialice en una mayor cobertura de servicios elementales tales como la educación o la salud. En ausencia de mecanismos institucionalizados de fiscalización de los actos del Gobierno, las presiones sociales menos institucionalizadas se encargarán de dicho rol, dándose la interacción entre el Estado y la sociedad con fines de desarrollo humano (2010, p. 27). Es obvio entonces, que si la sociedad civil solo delega a terceros su bienestar (fundamentalmente al Estado) será muy difícil disminuir sustancialmente la pobreza en sus diversas formas, así como reducir la alta y persistente desigualdad, en sus diferentes manifestaciones. La sociedad civil, entonces debe desarrollar un rol protagónico en el desarrollo. “No hay Estado eficiente con una sociedad civil débil. La fortaleza de la sociedad civil es condición para la efectiva vigencia de la democracia y para alcanzar un desarrollo sustentable y equitativo. La mayor limitación al fortalecimiento de la sociedad civil en los países de la región radica en la exclusión socioeconómica de vastos sectores de la población, entre ellos las mujeres y los indígenas y en la precariedad de las instituciones democráticas, incluyendo el sistema de partidos políticos, y por tanto del pleno ejercicio de los derechos económicos, sociales y políticos de los ciudadanos” (BID, 2000, pp. iv-v).
Amartya Sen, considera que la agencia individual es fundamental para hacer frente a un mundo de grandes privaciones, miseria y opresión. “Con suficientes oportunidades sociales, los individuos pueden configurar en la realidad su propio destino y ayudarse mutuamente. No tienen por qué concebirse como receptores pasivos de las prestaciones de ingeniosos programas de desarrollo. Existen, de hecho, poderosas razones para reconocer el papel positivo que desempeña la agencia libre y viable, e incluso la impaciencia constructiva” (2000, p. 28).
Somos testigos, de cómo en el Perú, todavía, vastos sectores de la población considera “un favor” las acciones que realiza el Estado para mejorar su bienestar; y también está presente la percepción “así siquiera” cuando algunos sectores de la población se refieren a la ejecución deficiente de algunos proyectos por el sector público; peor aún cuando se trata de proyectos públicos que no sirven para nada, ante lo cual la población no reclama. Hay que tener en cuenta que el trabajo que realizan desde el Presidente de la República hasta el empleado de menor responsabilidad en el sector público es remunerado, por lo tanto tienen que hacerlo bien, no es un voluntariado. Es la hora de desterrar el conformismo de una parte importante de la población respecto a un Estado de poca calidad.
La región y particularmente el Perú enfrenta severas privaciones sociales y económicas, las que se expresan mediante indicadores tales como: altos niveles de desnutrición crónica infantil, analfabetismo, pobreza, etc. Pero como se explica a lo largo del ensayo, además de las restricciones económicas y sociales, los peruanos enfrentan restricciones políticas. Todo esto, según Amartya Sen, limita la libertad y consecuentemente la capacidad de agencia de los individuos y de la sociedad. Considera asimismo que un aumento de la libertad de las personas mejora tanto su capacidad para ayudarse a sí mismos como también para influir en el mundo; definiendo el rol de agente del individuo, como aquel que está referido a la persona que actúa y provoca cambios.
En el caso peruano, se puede afirmar que gran parte de la sociedad civil tiene limitada capacidad de agencia, esto entre otros, no permite que la sociedad civil entienda (en sus aspectos básicos) la naturaleza del crecimiento económico y el desarrollo, por lo que se exige muy poco al mercado y al Estado. Es por ello que es poco probable que se exija a este su reforma estructural, que el mercado no realice prácticas vedadas en perjuicio del bienestar de los consumidores, así como el daño al medio ambiente. La capacidad de agencia hará posible más y mejor mercado. En cambio una menor capacidad de agencia hará que se sigan cometiendo abusos de parte de muchas empresas privadas. Por ejemplo, se seguirá tolerando el maltrato de las empresas oligopólicas que prestan
servicios, donde la espera para la atención de un reclamo demora más de lo necesario, se cobran comisiones injustificadas y abusivas y a pesar de que los servicios presentan defectos no se exigen los descuentos respectivos o la aplicación de multas. Gran parte de la sociedad civil es muy tolerante con esto y muy pocos son los que reclaman; esto va a cambiar cuando se pierda el miedo a exigir los derechos que nos corresponden como consumidores. Una sociedad civil con conocimiento de sus derechos y que los haga respetar denunciará los abusos de las empresas y las prácticas vedadas que utilizan estas, haciendo posible un mejor mercado.
Este es uno de los retos en la región, incrementar la libertad de los individuos, su capacidad de agencia y consecuentemente el de la sociedad civil, de tal manera que provoque grandes transformaciones para disminuir sustancialmente la pobreza y las desigualdades en sus diversas manifestaciones. El aumento de poder de las personas para generar cambios se denomina empoderamiento, concepto vital del enfoque de capacidades, que enfatiza la facultad de los individuos o grupos de personas para formular, involucrarse y beneficiarse de los procesos de desarrollo político o de otra índole. Adicionalmente a su valor intrínseco, el empoderamiento ha estado ligado a resultados positivos en el desarrollo. Sin embargo, los niveles y tendencias del empoderamiento son difíciles de medir por la diversidad de opiniones sobre los aspectos importantes del mismo y debido a la falta de medidas para realizar comparaciones entre países (PNUD, 2010, pp. 74-75).
Si la capacidad de agencia de los individuos está limitada severamente por las oportunidades sociales, políticas y económicas; tal como sucede en los países en vías de desarrollo y particularmente en el Perú, no se podrá obtener resultados importantes en cuanto a lograr más y mejor mercado y un Estado de calidad, lo que a su vez limitará el desarrollo de la capacidad de agencia de las personas, generándose un círculo vicioso de subdesarrollo. “Lo que pueden conseguir positivamente los individuos depende de las oportunidades económicas, las libertades políticas, las fuerzas sociales y las posibilidades que brindan la salud, la educación básica y el fomento y el cultivo de las iniciativas. Los mecanismos institucionales para aprovechar estas oportunidades también dependen del ejercicio de las libertades de los individuos, a través de la libertad para participar en las decisiones sociales y en la elaboración de las decisiones públicas que impulsan el progreso de estas oportunidades” (Sen, 2000, p. 21).